
Filósofos Helenísticos
El mundo helenístico, resultado de las conquistas de Alejandro Magno, se caracterizó por el cosmopolitismo, el refinamiento del arte y la especialización del conocimiento en las distintas ciencias. Con la desaparición de la polis como modelo de convivencia, muchos filósofos se refugiaron en el territorio de la intimidad y la felicidad individual. Las tres corrientes principales de pensamiento, epicureísmo, estoicismo y escepticismo, pusieron un especial énfasis en la filosofía moral.
Epicuro (341-270 a. C.), nacido en Samos, es la figura más original de la filosofía helenística. Fundó una escuela conocida como «el jardín», por estar situada en el jardín de su casa ateniense, y entre sus discípulos aceptaba a mujeres y esclavos.
El fundador de la doctrina estoica, Zenón de Citión (336-264 a. C.), impartía sus enseñanzas en un pórtico (stoa) de Atenas de donde procede el nombre de su escuela. Al igual que el epicureísmo, la doctrina estoica tuvo muchos seguidores durante todo el periodo helenístico y la época romana.
Filósofos Romanos
La filosofía romana siempre suele enfocarse como si fuese un apéndice de la filosofía griega, concretamente de la helenística. Sin embargo, si nos paramos a pensar en la filosofía como la autoconciencia que una civilización o una época tiene sobre sí misma, entonces la filosofía romana tiene una entidad propia ya que los filósofos romanos sí que reflexionaron sobre el momento histórico que les tocaba vivir y sobre cuál era su papel en el mundo.
Tito Lucrecio Caro ( c. 99 a. C.-c. 55 a. C.) fue un poeta y filósofo romano perteneciente a la escuela de los epicúreos. Esta escuela buscaba la felicidad, considerando que el bien supremo para el ser humano era el placer, esto es, la ausencia del dolor y el desapego ante los asuntos concernientes al Estado, además de una actitud crítica ante las tradiciones.